1. Modelar la tierra
Es la actividad relajante en boga. En la Sarre, en un lugar mágico que domina la estación de esquí de Les Gets en Saboya, las hermanas Bonhomme organizan talleres para iniciarse a la alfarería cada semana durante la temporada turística. Alfarera, Anouk cría ovejas, mientras que Nathalie, grafista, aporta su su toque artístico a las creaciones de su hermana. El resultado es poético, naif, delicado y original. Ideal para recargar las baterías. Alfarería artesanal de Les Gets (Enlace externo)
2. Acariciar el granito
En casa de los Laurenzio se recorta y talla el granito desde hace cuatro generaciones en Combloux (Alta Saboya). Afortunadamente, no se deja a los principiantes utilizar el hilo de diamante o el buril para cortar los bloques bajados directamente del Mont-Blanc hace miles de años. ¡Pero te dejarán acariciarlos durante las visitas guiadas! Impresionante.
Laurenzio Granito del Mont-Blanc (Enlace externo)
3. Repujado del cuero
En el taller-tienda de Didier Perrillat puedes iniciarte al arte del cuero. En uno de los más antiguos chalets de Le Grand-Bornand, en Alta Saboya, te dejas guiar por los consejos de este guarnicionero enamorado de su oficio, cada vez más infrecuente. Te instalas en el rincón de la estufa, lo escuchas y te lanzas. Fascinante.
Didier Perrillat, maestro artesano guarnicionero en Le Grand-Bornand (Enlace externo)
4. Realizar esculturas de diablos
En Bessans (Haute-Maurienne), la escultura de madera es una tradición con más de cuatro siglos. La más célebre de las esculturas es la del diablo, símbolo de la ciudad, mientras que en el valle de Abondance prefieren las palomas, talladas con un cuchillo Opinel en madera de pícea. Ángel o demonio, la cuestión es esculpir. Relajante.
Los diablos de Bessans en Maurienne (Enlace externo)
Abondance (Enlace externo)