8 pueblos para descubrir en la Ruta de los Vinos de Alsacia

¡Qué coquetos son los pueblos de la Ruta de los Vinos de Alsacia con sus casas con entramado de madera, sus callejuelas llenas de flores, sus viejas piedras y sus viñedos sobre las colinas! Esta es una pequeña selección a saborear como si fuera un gran vino, tomándose tiempo…

Riquewihr: la joya del viñedo

Situada en el fondo de un pequeño valle entre las crestas de los Vosgos y la llanura de Alsacia en el País de Ribeauvillé, la pequeña localidad medieval de Riquewihr maravilla por su unidad arquitectónica. Murallas, patios adoquinados con viejos toneles de madera y gigantescos lagares, una torre de vigilancia y encantadoras casas con entramado de madera… ¡Lo tiene todo y, además, magníficamente conservado! Y para descubrir el viñedo de los alrededores, el Sendero vinícola de los Grands Crus es uno de los más reputados de Europa.

Zellenberg: un refugio colgado

¡Imposible perdérselo! Encamarado a una colina, en medio del viñedo, se ve Zellenberg desde lejos. Las viñas se extienden hasta los pies de las casas, con una arquitectura típica, pegadas las unas a las otras. Un hermoso rincón sobre el que velan dos torres, ruinas del antiguo castillo. La primera, a la entrada de la localidad, justo al lado de la hermosa iglesia barroca, está coronada por un nido. Las cigüeñas tienen buen gusto porque las vistas son preciosas.

Mittelbergheim: el sabor de la tradición

Situado en la ladera de una colina, cerca de Obernai y del Monte Saint Odile, Mittelbergheim se diferencia de las localidades vecinas. Aquí no hay entramados de madera sino elegantes casas renacentistas en piedra rosada en medio de un patrimonio cuidadosamente conservado. Pozos, molino de aceite y lagares cuentan una tradición vinícola viva, como el “Weinschlagbuh”, un registro escrito a mano, crónica del viñedo y del precio de vino que existe desde… 1456. ¡Único en Alsacia!

Andlau: la localidad de la osa

En su pequeño valle lleno de vegetación salpicado de viñas, Andlau es célebre por su imponente abadía, sus tres grandes vinos de Riesling – el moenchberg, el kastelberg y el wiebelsber – así como una intrigante divinidad osa, al parecer de la época en que el pueblo era un lugar de culto celta. Los Ateliers de la Seigneurie, museo del patrimonio y de las tradicionales alsacianas, también interesarán a los más curiosos.

Eguisheim: la ronda de las flores

Flores y más flores, flores por todas partes… Como todos los pueblos de la Ruta de los Vinos de Alsacia, Eguisheim, a unos kilómetros de Colmar, cuida su decoración floral. ¡Y es difícil encontrar un rival a su altura! En las callejuelas alrededor de unas adorables plazoletas, las casas de muñecas llenas de colorido son todas ellas muy coquetas. Y las bodegas de los viticultores son tan acogedoras que el visitante se queda en ellas un buen rato.

Bergheim: retorno al pasado

Unas murallas todavía intactas, encantadoras callejuelas sinuosas bordeadas por viejas mansiones decoradas con flores e historias de brujas… Bergheim ofrece un delicioso viaje al pasado. Un muy bucólico sendero vinícola completa el cuadro de esta increíble pequeña ciudad donde el tiempo parece no haber transcurrido.

Hunawihr: en medio de las viñas

Resulta muy agradable perderse en las viñas en torno a este pueblo, uno de lo más típicos de Alsacia, con una vieja iglesia con un torreón, un cementerio fortificado y hermosas casas de viticultores con piñones y patios adoquinados. Todavía se cuenta la leyenda de la santa lavandera Huna que hizo brotar vino de la fuente en una época en que había carencia de uvas. Y se puede visitar el muy instructivo Parque de las Cigüeñas, símbolos de Alsacia y que, según se dice, traen suerte a aquellas casas donde anidan.

Kaysersberg: ¡localidad imperial!

Pueblo favorito de los franceses en 2017, Kaysersberg también puede convertirse en tu preferido. Los más valientes subirán hasta las ruinas del castillo imperial y disfrutarán de las vistas. También es magnífico el antiguo puente fortificado, en rosa gres de los Vosgos que cruza el río Weiss. De una orilla a otra, las casas con entramado de madera y tejados con fuerte pendiente rivalizan en elegancia. La fuente Constantin y la iglesia de Sainte-Croix, con su hermoso pórtico románico, contribuyen a la magia del lugar.

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