En Borgoña, el escultor Peter Meyers hace vivir el metal al aire libre

Es inquebrantable, como sus esculturas monumentales en acero inoxidable o Corten plantadas en parques, castillos, bosques y ciudades de Borgoña. Con casi 73 años, Peter Meyers sigue retorciendo, ensamblando y soldando las hojas de metal. Apacibles siluetas humanas o animales de un bestiario original, cobran vida y llenan de magia los paisajes que el escultor belga, con un hermoso acento flamenco, ha convertido en el territorio para su arte. Encuentro al aire libre.

¿Por qué ha elegido Borgoña, este rincón de Francia tan lejos de su Flandes natal, para ejercer su arte?
Soy originario de Amberes. Mi mujer y yo veníamos a Francia a menudo y terminamos por comprar una casa en Roussillon-en-Morvan en 1999, antes de instalarnos definitivamente en 2004. La distancia razonable con Bélgica y sobre todo el emplazamiento fue lo que nos decidió. Aquí estamos un poco en medio de Francia, no hace demasiado calor para trabajar el metal. Bueno, lo suficiente para que mi mujer pueda cultivar el jardín.

¿Cómo nació este gusto por la escultura y lo monumental?
No siempre he sido artista, aunque mi padre era pintor y ebanista. Yo trabajaba en la informática, pero siempre me ha gustado fabricar cosas. Al principio, lo hacía con latas de conserva, ya trabajaba el metal, que soldaba. Más tarde, estudié en la Academia de Bellas Artes. Y me entraron ganas de construir cosas más grandes, esculturas de hasta 3 o 4 metros que pudiesen vivir en el exterior, en el jardín, aprovechar el espacio y la luz a su alrededor.
“Todo puede inspirarme, leer el periódico, lo que escucho hablar a mi alrededor y, por supuesto, lo que veo al pasearme”
Le gusta decir que el metal cobra vida. ¿Cuál es su técnica?
Trabajo a partir de grandes hojas de metal flexibles, en acero inoxidable o en Corten, que pliego, despliego o repliego. Puedo volver a empezar sin que se rompan. Estos dos materiales se prestan bien a estar al aire libre. El acero inoxidable es más brillante, permite jugar con las sombras en los lugares un poco recónditos. El acero Corten se patina, se oxida pero es sólido y dura toda la vida. Lo ensamblo pero lo dejo abierto. Tiene que haber agujeros, vacíos. Así, la escultura cambia si uno se mueve a su alrededor. Cada día la escultura es diferente, según el tiempo, la luz, el sol. Así es cómo cobra vida el metal.

Un senderista, una pareja de músicos, un socorrista e incluso un cirujano, y luego muchos animales y aves… ¿Cómo elige sus modelos?
Todo puede inspirarme, leer el periódico, lo que escucho hablar a mi alrededor y, por supuesto, lo que veo al pasearme. En estos momentos trabajo en una figura de Carnaval que saldrá de una gran caja, como los juguetes de los niños.

¿Dónde se pueden contemplar sus obras?
Algunas están en la zona y se pueden ver al pasear por Autun o Chagny. Me gusta la idea de que los habitantes puedan disfrutar de ellas. Es mi contribución al arte social. Y, por supuesto, en el jardín de mi casa. En 2018 expuse en el parque del castillo de Gilly, en Fontaine-en-Bourgogne, y en el muy hermoso pueblo medieval de Brancion.

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