8 días en Borgoña siguiendo el fluir de las aguas

Desfile de árboles en cada orilla. Las nubes y los puentes pasan sobre tu cabeza. Y el suave chapoteo del agua contra el casco del barco te acuna. De las márgenes del Saona al canal del Nivernais, podríamos visitar toda la Borgoña sin perder de vista el agua.

El día que empieza bien

Acabas de desayunar en tu camarote cuando, de repente, te acuerdas de que tu maravillosa barcaza-hotel también dispone de un jacuzzi al aire libre en la cubierta... ¡Aunque también puedes verte tentado a pasar un rato en la terraza del salón ajardinado para conseguir un asiento en primera fila para el próximo paso de esclusas!

El día de los pescadores

Le pêcheur du Pont de Joigny. I Phone 5S #mesvacancesdanslyonne #yonnetourisme

Une publication partagée par Joëlle Laurent-Malot (@gwochien) le

La caña de pescar vuelve a formar parte del arsenal del hombre moderno. Elige la orilla ideal para plantar la suya. O ve directamente al Saona. Tanto si eres un pescador experimentado como un principiante, podrás disfrutar de este deporte desde el muelle Mavia o el muelle Vergy para una pesca nocturna de carpas. La asociación local de pesca estará incluso encantada de darte un clase de pesca deportiva.

El día que hay olas

Drink sur le pont 💦🍸👌

Une publication partagée par Anne-Sophie✨📷 @IgersBourgogne (@anneso_latry) le

En el centro de actividades de ocio de Auxerre, tienes que elegir: vela, esquí acuático o wakeboard. A menos, claro está, que los mayores se encarguen de los pequeños y tú puedas quedarte a disfrutar de tu bebida en cubierta. O aprovechar la escala para estirar las piernas y explorar las orillas.

El día en el que te llamarán «capitán»

¡Ni siquiera necesitarás tener el título para ponerte al timón! Navegarás por el canal del Nivernais con la intención de detenerte en cada castillo, en cada abadía, en cada bodega de vino… Algunos ejemplos: el castillo de Châtillon-en-Bazois, las bóvedas de Collancelle, la abadía de Corbigny... y un breve desvío a las bodegas de Bailly Lapierre para una degustación de Crémant de Bourgogne en Vincelottes. Éstas son sólo algunas de las paradas que puedes hacer, por ejemplo, de camino a Auxerre.

El día de las bicis

A lo largo del canal, el sendero de sirga te indica el camino. Tienes las orillas a tu merced, el desnivel es suave y el encantador sotobosque te tiende los brazos a la hora del pícnic. Es hora de subirse a la bicicleta y, por qué no, si estás cerca, seguir hasta los estanques de Baye y Vaux (auténticos santuarios de aves).

El día en el que estamos solos en el mundo

Remando atravesarás los paisajes salvajes del valle del Cure. Al frescor de los tupidos bosques, tu canoa pasará por cuevas prehistóricas (las del pueblo típico de Arcy-sur-Cure), acantilados y antiguas termas romanas (las Fuentes Saladas de Saint-Père).

El día que se toma su tiempo

Aquí no contamos el tiempo en minutos, sino en esclusas. De la aldea de Port-Brûlé al pueblo de Sardy-lès-Épiry, te espera una bonita sesión de meditación en «la escala de Sardy»: 3,6 km, 16 esclusas. Una gran oportunidad para conocer a los habitantes del valle, ya sean escluseros o artistas.

El día que termina tarde

Esta noche, en Auxerre, te acogerá una barcaza-café-teatro, La Scène des Quais: cabaret flotante, comedia, sala de conciertos o simple bistró, según tus ganas y el programa del momento. Es un lugar acogedor donde se reúnen espectadores y artistas.

Cita en Borgoña