La Cité du Vin de Burdeos: conversamos con los dos arquitectos que la han hecho posible

¿Cómo concebir un proyecto arquitectónico extremadamente contemporáneo sin perder de vista las tradiciones y las raíces? Este es el reto que se plantearon Anouk Legendre y Nicolas Desmazières, los dos arquitectos del estudio XTU, encargados de dar vida a este innovador edificio situado entre el río y la ciudad de Burdeos, de silueta curva y reflejos dorados; una forma que, en definitiva, evoca el alma del vino.

Tres años de obras y 13.350 m² de espacio arquitectónico. La Cité du Vin de Burdeos, lugar dedicado al universo de la enología en el mundo es un proyecto de gran envergadura. ¿Cómo os habéis hecho con el proyecto?

Fue a través de un concurso internacional, con un pliego de condiciones que se basabna, fundamentalmente, en la programación y en el presupuesto. Al principio, éramos 5 estudios y teníamos carta blanca respecto a la arquitectura del proyecto.

Evocar el universo del vino sin abordarlo directamente es un verdadero reto arquitectónico. Durante las obras, ¿tuvisteis alguna dificultad?

Desde el inicio del concurso hasta la entrega del proyecto, todo se desarrolló de manera continua, algo extraordinario en un proyecto de tal envergadura. De hecho, optimizamos las técnicas empleadas, como fue el caso de la carpintería o de ciertos arcos, con luces que se han llevado al máximo. También adoptamos una enfoque eco-responsable en lo que se refiere al uso de materiales duraderos, pero también a través de la puesta en marcha de una red de calor urbano producido a partir de energías renovables.

¿Cómo os llegó la inspiración para la concepción de este edificio?

El concepto surgió durante el encuentro con viticultores y, en especial, tras la excepcional cata de un grand cru, gracias al cual pudimos comprender la fuerza de este universo. El proyecto debía expresar la plenitud tanto interior como exterior, de ahí, esta impresión de «templo del vino» por su carpintería que evoca las vides.

¿Por qué la curva inspira tanto vuestro trabajo?

La curva es una manera de unir las diferentes funciones de un proyecto, al tiempo que se adapta a la ubicación. Genera tanto espacios interiores como volumetrías interesantes. En nuestra iniciativa, deseábamos crear unos edificios de forma unitaria y continua, unos edificios integrales.

¿Cómo poner en valor las tradiciones vitícolas sin caer en la caricatura?

Nuestra arquitectura tiene en cuenta el contexto geográfico, la continuidad de los muelles históricos, la curvatura del río y las restricciones técnicas. A partir de estos elementos, hemos querido construir un edificio unitario que sea una evocación del alma del vino.

¿Por qué habéis dado preferencia al dorado en este edificio y no al color burdeos, emblemático de la ciudad?

Lo propusimos pero, tras varias conversaciones con el arquitecto del AUB (Arquitectos y Urbanistas del Estado) y el comité de la UNESCO, el color castaño dorado surgió como el más pertinente por su asociación con los tonos de la ciudad: la piedra calcárea de los edificios antiguos y el río.

Cita en la Cité du Vin de Burdeos