Paseo enológico alrededor de Saint-Tropez con los blogueros Takatoukiter

En invierno, el sol también brilla en la Costa Azul: ¡una buena razón para salir de paseo! Partimos de Mouans-Sartoux y tras una hora de carretera llegamos al golfo de Saint-Tropez para un circuito enológico. Hay mucho para elegir, pero decidimos seleccionar unas pequeñas bodegas llenas de encanto. ¡Empezamos la visita!

Château des Marres, en Ramatuelle

Empezamos nuestro periplo por el Château des Marres. Situado en las afueras de Saint-Tropez, este castillo fue inaugurado en 1907 por Henry Beney. Desde entonces, su familia ha pasado el testigo de esta bodega excepcional.

Los visitantes pueden disfrutar de una vista ininterrumpida de las viñas, y no pueden dejar de fijarse en el rosal situado al principio de cada hilera. ¿Deseas degustar los vinos AOP Côtes de Provence de esta finca? Tras una visita a los viñedos, podrás disfrutar de una degustación en el corazón de la bodega, donde descubrirás los aromas y sabores afrutados de los vinos embotellados.

El Château des Marres es también una historia de arte. Las exposiciones permanentes están abiertas a los visitantes. Las esculturas se pueden contemplar durante la visita a la bodega, y también se exponen pinturas gracias a una colaboración con la galería de Saint-Tropez.

Château Barbeyrolles, en Gassin

Proseguimos nuestro recorrido por el Château Barbeyrolles en Gassin. Para la anécdota, Régine Sumeire, la propietaria de las bodegas (así como de Château de la Tour de l’Évêque) es la creadora de un rosado muy claro que es célebre en la región. Fue ella quien lanzó en 1985 el “Pétale de Rose”, el primero de los rosados claros de Provenza.

Nos recibe Hélène, que trabaja en la propiedad durante todo el año y que nos ofrece una cata muy amena: descubrimos un rosado agradable y charlamos un rato. Estas bodegas cuentan con la etiqueta bio desde 2005 y ha recibido la etiqueta Demeter (biodinámica) en 2020. Trabajan regularmente con los restauradores locales y, de forma más amplia, en Francia y el extranjero. ¡Al parecer Régine es incluso una estrella en Canadá!

Terminamos la visita con un paseo por el exterior, contemplando un edificio y jardín hermoso, mientras el sol sigue brillando.

Château des Garcinières, en Cogolin

Ahora nos dirigimos a Cogolin y, al final de una majestuosa alameda de plátanos, llegamos al Château des Garcinières. Una propiedad familiar donde somos recibidos por Mélissa, la nieta de la propietaria, que vive en este edificio (que no es casa de huéspedes: lo precisamos, porque dada la belleza del lugar, es una pregunta recurrente).

Aquí se produce, entre el 70 y el 80%, de rosado, pero también hay tinto y blanco. Cuenta además con una encantadora bodega para catar el vino, así como apetitosos productos regionales: miel, tapenade (crema de aceituna) o mermeladas de la Maison des Confitures de Gassin que produce más de 400 variedades.

Al charlar, sentimos que la pasión está presente. Nos sorprende la historia de esta familia, que antaño trabajaba la madera, en particular para el corcho y fabricaba asimismo cajas para el jabón de Marsella antes de la llegada del cartón.

Hemos sentido un gran flechazo por este antiguo monasterio: todo es bello, en especial la pared con azulejos que fue construida en aquella época para proteger de los vientos del este.

El Château Saint-Maur, en Cogolin

Terminamos nuestro día en el Château Saint-Maur, siempre en Cogolin, donde descubrimos una finca de otra dimensión. Aquí hay 60 hectáreas, con una producción de 320.000 a 350.000 botellas al año.

Château Saint-Maur es una de las fincas más lujosas, con una parcela excepcional que es la más alta de la denominación Côtes de Provence. Aquí nació la cuvée "Clos de Capelune", propuesta especialmente en el Martinez de Cannes, en el George V de París o en el Sénéquier de Saint-Tropez.

Château Saint-Roux en Cannet-des-Maures

Antes de regresar, nos reservamos un pequeño paréntesis en un lugar que queríamos visitar desde hacía tiempo: el Château Saint-Roux. Y os podemos adelantar que no hemos quedado en absoluto decepcionados.

La voluntad del propietario (que es también dueño del Château des Bertrands, Ultimate Provence y del Château de Berne) era recrear el ambiente de “granja antigua” y como poco puede decirse que no sólo está logrado, sino que además está hecho con un gran gusto.

Toda la decoración procede de anticuarios y está perfectamente en su lugar: resulta difícil no sacar la cámara de fotos en cada habitación. La mesa, la tienda, los animales, el huerto, la terraza que domina las viñas… Todo es hermoso.

El propietario habla asimismo de su voluntad de lograr ser autosuficiente. Así, un panadero llega en primavera; casi todo el agua procede de la propiedad; las cabras producen entre 2 y 5 litros de leche diarias, lo que da un buen queso fresco o curado de forma artesanal; los 3.800 m² de huerto permiten al cocinero trabajar con productos frescos y de temporada; y luego están los árboles frutales, los olivos y, claro está, las viñas… En definitiva, un pequeño paraíso local y bio.

Cita en el golfo de Saint-Tropez, en la Costa Azul