Unos paseos en Provenza que gustarán tanto a los niños como a los adultos

¿Te apetece realizar unos paseos en los que los niños no se arrastran disgustados detrás? En los pequeños senderos del Luberon, entre los campos de lavanda del Monte Ventoux y los ocres de Roussillon, a través de las llanuras de Camarga o sobre el agua en las magníficas gargantas del Verdon, Provenza te promete unos paseos llenos de colorido y unos momentos divertidos. A lomos de burro o en patinete eléctrico, en canoa o en calesa… ¡A toda la familia le va a encantar!

A pie en los ocres del Colorado provenzal

Acantilados y cañones, agujas y chimeneas de hadas que muestran toda la gama de rojos, naranjas, amarillos y bermellones. Aunque este paisaje único y espectacular parezca salido de una película del Oeste en tecnicolor, se trata del pequeño Colorado provenzal. En el corazón del Luberon, en esta tierra de mil colores, los paseos son alegres y variados. Desde los hermosos pueblos de Roussillon o de Rustrel, tus pequeños vaqueros jugarán a la fiebre del oro en los senderos acondicionados y protegidos de las antiguas canteras de ocre. Muy fotogénico aunque forzosamente acabarán algo manchados.

Sobre el agua, en canoa o en barco eléctrico, del Sorgue al Verdon

No hace falta ser un lobo de mar ni un experto remero para deslizarse sobre las aguas cristalinas del Sorgue. Desde Fontaine de Vaucluse, donde el río surge a los pies de un inmenso acantilado, hasta l’Isle-sur-la-Sorgue, pequeña Venecia de Provenza, el descenso en canoa es apacible y a la sombra, bajo el túnel verde de los plátanos alisos. Si a tus grumetes les ha gustado la experiencia, la navegación por el Durance para observar las aves salvajes o por el Ródano, con vistas sobre Aviñón y el Palacio de los Papas, también debería encantarles, al igual que un recorrido por las gargantas del Verdon. Entre Castellane y Moustiers-Sainte-Marie, rumbo al mayor cañón de Europa, con sus reflejos color esmeralda, sus cuevas misteriosas, sus pequeños puentes de piedra… El barco es eléctrico, con un techo retráctil y, claro está, los niños pueden llevar el timón. ¡Al abordaje, en un descapotable!

A lomos de burro o de llama en el Luberon y los Alpilles

En los caminitos de Provenza que huelen a tomillo y romero, llevan a los niños, el picnic y el equipaje… Para unos paseos con niños, los burros son unos guías y compañeros afectuosos. A su ritmo apacible y sin cansancio, toda la familia disfruta de las vistas del paisaje y de los bellos pueblos alrededor de los Alpilles o del Luberon, como Gordes o Lourmarin. Desde Lauris, encaramado a un pitón rocoso que domina el valle del Durance, los pequeños jinetes pueden avanzar a lomos de llama. Para un ascenso a un ritmo lento, pero muy suave, de las colinas de la Provenza verde.

En patinete eléctrico en el Monte Ventoux

Con sus 1.909 metros de altura, el Monte Ventoux se merece su apodo de “gigante de Provenza”. Para practicar el senderismo en familia hay que abordarlo con prudencia e incluso un poco de pereza… que desaparece enseguida cuando uno se sube a un patinete eléctrico. Los de Trotee Cime (Enlace externo) son todoterreno (y completamente silenciosos) con neumáticos bien gruesos y suspensiones adaptadas. Pueden utilizarse a partir de los 8 años (o seguir a los padres en un carrito) para explorar las laderas del gigante con, en el camino, comentarios divertidos sobre la fauna y la flora locales. Aprender divirtiéndose en patinete sin cansarse: ¿quién da más?

A caballo o en calesa a través de las llanuras de Camarga

En Camarga, hay flamencos rosas que se alzan sobre una pata, toros fortachones y, claro está, unos caballos que galopan con la crin al viento entre las playas del Mediterráneo, las manadas de vacas y las cabañas de los vaqueros. También hay unos guías apasionados deseosos de contar a tus hijos las tradiciones de este territorio extraordinario de marismas y lagunas al sur de Arles, en el delta del Ródano. En familia, no lejos de Saintes-Marie-de-la-Mer o de Aigues-Mortes, puedes subirte a unos apacibles caballos de tiro o unos gentiles ponis. Y para paseos más cómodos por los caminos del dique, el coche de caballos divertirá a grandes y pequeños. Ideal para observar estanques, cañaverales y sansouïres, los prados salados de la Provenza donde crece la salicaria.

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