Castillos del Valle del Loira: ¿y si nos salimos de los caminos frecuentados?

¡No sólo hay Chambord, Chaumont o Chenonceau en el Valle del Loira! También están Talcy, Beauregard o Villesavin. Estos “pequeños castillos”, que no tienen nada que envidiar a los otros, también merecen una visita. Aprovechamos el verano para descubrirlos y evitar el gentío. ¡Sigue al guía!

El más poético: Castillo de Talcy

¡Si eres aficionado a la poesía y al romanticismo, Talcy está hecho para ti! Este castillo del siglo XVI, situado no lejos de Blois, fue el escenario de los amores de los poetas Pierre de Ronsard y Agrippa d’Aubigné. En efecto, aquí fue donde vivieron Cassandre Salviati, la “linda” del célebre poema de Ronsard, y su sobrina Diane, cortejada por Agrippa d’Aubigné, que le dedicó los poemas de su “Primavera”. Con motivo del 500º aniversario del Renacimiento, vuelven a encantar a los visitantes del castillo con “Le chant des muses” (“El canto de las musas”), un recorrido poético cuyas instalaciones visuales y sonoras evocan a estas dos mujeres. También hay que conocer las llamadas habitaciones “de Carlos IX” y “de Catalina de Médicis”, que recuerdan el paso del soberano y de su madre por el castillo durante la entrevista de Talcy entre católicos y protestantes.

El “más Chambord”:Castillo de Villesavin

Apodado “la cabaña de obras de Chambord”, el Castillo de Villesavin fue construido para Jean Le Breton, superintendente de las obras del Castillo de Chambord. Se pueden visitar sus interiores ricamente decorados en un estilo renacentista y del siglo XIX pero también el Museo del Matrimonio que cuenta con cerca de 1.500 objetos y vestidos de 1850 a 1950, desde la preparación del ajuar a la cámara nupcial. El castillo expone asimismo en las antiguas cuadras una hermosa colección de vehículos hipomóviles del siglo XIX. Tras la visita, hay que dirigirse a la granja de los niños, donde las gallinas, cabras, ovejas y conejos esperan ser alimentados. Y los más temerarios pueden partir tras los pasos del fantasma de Villesavin siguiendo el recorrido señalizado en el sotobosque… ¡Los escalofríos están garantizados!

El más histórico: Castillo de Beauregard

¡Prepárate para quedarte deslumbrado en Beauregard! Tras ser el pabellón de caza de Francisco I, fue transformado en una coqueta residencia por sus sucesivos ocupantes. Así, a Jean du Thier, secretario de Estado de Finanzas del rey Enrique II, le debemos el Gabinete de Grelot, una pequeña sala de madera de China y techo a la italiana de la que uno nunca se cansa de admirar los detalles. Pero sin duda lo más espectacular es la Galería de los Ilustres, obra de Paul Ardier, ministro de Luis XIII, que invita a los visitantes a realizar un viaje por la historia de Francia y de Europa con sus 327 retratos de personajes destacados. No debes dejarte de tumbarte en uno de los bancos de la sala para admirar el techo en lapislázuli. A menos que te quedes hipnotizado por el suelo recubierto con 560 baldosas de loza que representan un cuerpo del ejército en marcha bajo Luis XIII.

El más pequeño: Castillo de Troussay

El valor no es proporcional al número de metros cuadrados, y no serán los visitantes del Castillo de Troussay quienes digan lo contrario. En aquel que es reconocido como el más pequeño de los castillos del Loira, en Cheverny, se descubre un monumento pero también una historia, la de Louis de La Saussaye, historiador y coleccionista que dio a Troussay sus cartas de nobleza al recuperar elementos de decoración procedentes de prestigiosos monumentos de la región. Esculturas de piedra, decoraciones de las fachadas, techos pintados, vidrieras… A lo largo de los años, el castillo se ha convertido en una verdadera fantasía artística que hoy se disfruta recorriéndola antes de prolongar la experiencia en una de las habitaciones de huéspedes instaladas en las dependencias o durante un picnic a base de productos de la tierra vendidos en la tienda.

El más fuerte: Castillo de Fougères-sur-Bièvre

Su arquitectura sobria y poderosa contrasta con las fachadas de sus vecinos. El Castillo de Fougères-sur-Bièvre, a 15 kilómetros de Blois, lo tiene todo de una fortaleza ideal con su torreón, su camino de ronda y sus matacanes. El uso de morrillos de piedra caliza dura de Beauce para la construcción de los muros y de toba de orillas del río Cher para las molduras y las partes esculpidas lo convierte en un monumento destacado de la arquitectura de la región. Mención especial para el artesonado en forma de carena de barco invertida a contemplar en la galería alta.

Cita en el Valle del Loira